Las tres grandes Mentiras del Enganche Emocional
Nos
obsesionamos con el otro(a) y nos humillamos hasta el extremo...
«No
somos capaces de cortar una relación, aun cuando sabemos que es totalmente
necesario hacerlo y llevamos ya derramadas demasiadas lágrimas y bilis. Nuestra
adicción nos genera una necesidad desmesurada e irracional del otro, que nos
lleva a mantener esa relación a cualquier a cualquier precio, aunque estemos
sufriendo sin mesura. Nos obsesionamos con el otro(a), y nos humillamos hasta
el extremo, a cambio de un poco de falsa ternura...». Cuando se habla de
enganche emocional, no solo se habla desde su perspectiva profesional osease el
especialista, sino también desde la personal.
Las
tres grandes mentiras que en casi todos los casos se convierten en el principal
alimento del enganche emocional. Son las siguientes:
1) Creer que va a cambiar. Si con todo el tiempo que ha
pasado, ya desde el principio ha sido así, ¿por qué mantenemos esa creencia
irracional? «Es evidente que no va a dejar de ser como es, por mucho que en
momentos de arrepentimiento jure y perjure que cambiará. En realidad, a no ser
que viéramos que pide ayuda psicológica por sí mismo(a), sin que nadie se lo
diga, podemos asegurar que no tiene ningún interés en cambiar. Y digo bien,
¡Ninguno!» conste eh .
2. Pensar que cambiará, y que su siguiente pareja disfrutará esa transformación.
Esta creencia también tiene una parte sorprendente. «Pensamos que todo el
esfuerzo, la lucha y el, “sufrimiento” que hemos vivido para conseguir que él o
ella cambie, todo lo que hemos tolerado, lo que le hemos ayudado... el hecho de
haberle mantenido incluso, algún día servirá para algo. Queremos creer que
llegado el momento nos lo agradecerá y nos recompensará por todo»,. «Esta
creencia es, como la anterior, absolutamente ridícula. Cuando esté con la
siguiente o siguiente, reproducirá fielmente la misma relación que teníamos con
él o ella. A no ser, claro que encuentre una pareja con una buena autoestima e
independiente que, a la primera conducta extraña que vea, le diga que no le
quiere ver nunca más».
3. Pensar que nunca jamás encontraré a nadie como él o ella.
«Esto, en realidad, debería ser un motivo de alegría», broma o que “El gran
objetivo debería ser, precisamente, no encontrar a otra persona igual». Para
ello se recomienda que cada día repasemos la lista de razones por las que sufrimos.
«Entonces quizá llegue un momento en el pensemos que mejor no encontrar a otro
u otra que sea así. Y que lo bueno que tiene, lo que nos engancha, tampoco es
tan difícil de encontrar».
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